Sesenta minutos para salir de una habitación sería la forma más básica para explicar el juego de las "escape rooms". Pero en realidad va mucho más allá. Una habitación ambientada, con salas ocultas, acertijos y pruebas que ir superando hasta resolver y salir así de allí en grupos de dos a seis personas.

Desde la maldición de Ramsés VIII, hasta el virus de la rabia, piratas de ultratumba, salvar al mundo de una guerra nuclear y próximamente los asesinatos de los pecados capitales de la película Seven. Estas son las opciones temáticas que ofrece Pontevedra para hacer "escape rooms", un juego que cada vez suma más aficionados y que, quien prueba repite.

Los pioneros en la ciudad y casi en Galicia fueron Keysroom, una empresa que ya lleva cuatro años y que progresa con una nueva sala y dos locales, donde poder seguir creciendo.

Leticia Fontán y su pareja empezaron a jugar en un viaje y tras probar muchas salas decidieron arriesgar en un negocio que en 2015 era aún bastante desconocido. "La mayoría de la gente no tenía ni idea de qué era y no entendían eso de estar encerrados en una habitación e intentar escapar", explica. Pero el sector fue creciendo poco a poco y los mismos propietarios se sorprendieron de la afición que había. Tanto es así que a los dos años Leticia decidió dejar su trabajo porque ambas actividades eran incompatibles.

Las salas

Keysroom dispone de tres salas, todas de dificultad alta, pero enfocadas a distintos niveles de jugadores. La más antigua es "Rabia", ambientada en una mutación de este virus de la rabia que está convirtiendo a la humanidad en zombies. "Fortaleza" consiste en intentar salvar al mundo de una guerra nuclear y, la sala más reciente, "Piratas" donde tras robar el tesoro de Davy Jones es pirata vuelve a por las almas de los ladrones.

Esta capacidad para diseñar juegos y tramas viene dada de una gran creatividad y un trabajo de campo. Los propietarios se van actualizando para observar las tendencias, tanto es así que en su último viaje hicieron 25 salas en tres días. El máximo inconveniente de este negocio es que "montas una sala, con todos los gastos que ello conlleva, vienen una vez y no vuelven, porque ya saben todos los enigmas que hay. Montar una escape room no es algo económico, los decorados son muy potentes y han evolucionado mucho, ahora todo es más tecnológico". Por ello desde la empresa aplaudan que haya competencia en la ciudad, "siempre que sean juegos de calidad". Porque esto les beneficia a todos, si una persona prueba una "escape room" y le gusta, querrá hacer más salas. De este modo aplauden la llegada de Área 60 a Pontevedra, una empresa que lleva solo ocho meses funcionando pero que ya proyecta para septiembre su segunda sala.

Alberto Rivadulla, al frente de este negocio, admite haber arriesgado, "me tiré al río", cuenta, y le salió bien. "Desde un principio tuvimos buena aceptación. La intención era abrir en diciembre porque en navidad hay mucha actividad e incluso en enero o febrero tuvimos muchísima gente", explica. Apunta que los meses de mayor demanda son navidades y verano, donde la mayoría de los clientes son turistas que aprovechan la estancia en para hacer esta actividad.

Su sala es "La maldición de Ramsés VIII", ambientada en el interior de una pirámide egipcia. Hoy en día sigue sin descubrirse la tumba de este faraón y en esa exploración nace la aventura. Además calculan que en un mes abrirán la segunda sala, ambientada en la película Seven, donde se investigan asesinatos relacionados con los pecados capitales.

Alberto explica que las "escape rooms", "van avanzando y las salas de antes no tienen nada que ver con las de ahora, hay nuevas tendencias y mecanismos." Por ello apuntan que su intención es "exprimir al máximo nuestra sala, pero tendremos que ir renovando cosas e ir creando varias salas", cuenta en un local que, calcula, le permitiría tener entre 10 y 15 salas.

Apto para claustrofóbicos

Desde Área 60 cuentan que el juego se adapta a los participantes y que incluso han tenido varios casos en los que han venido personas con claustrofobia a jugar. "Querían saber que no tenían nada cerrado. Por ello dejamos la puerta de entrada abierta e hicieron el juego como si nada", recuerda señalando que esto les dio mucha tranquilidad y que, "una vez se entra en el juego no piensas en lo que pasa al alrededor y a la gene se les pasa la hora como si fueran 10 minutos".